lunes, 10 de agosto de 2009

Un condenado a muerte se ha escapado 1956 (Un condamné à mort s'est échappé)

Esta es sin duda mi película favorita de Bresson, las otras tres de las que hablo son películas muy especiales y que me encantan, pero un condenado a muerte se ha escapado tiene algo diferente algo especial. Basada en el relato autobiográfico de André Devigny que fue soldado francés. Quien disfrute con el cine minimalista ésta es su película, es una película en primera persona, que en gran parte de ella se muestra al protagonista François Leterrier, otro actor desconocido como le gustaban a Bresson, solo en su celda o relacionándose con lo demás presos, mostrando siempre primeros planos de los métodos o acciones que lleva a cabo de forma milimétrica para lograr la fuga. Es otra grañidísima película de cine carcelario francés, entre las que se encuentra otra obra maestra que es La evasión (Le trou) 1969 de Jacques Becker, director del que hablaré otra semana. Estas películas siempre logran que nos pongamos de parte de los protagonistas y queremos que logren escapar de la cárcel, en este film ocurre lo mismo, gracias al personaje principal un teniente miembro de la resistencia francesa que ha sido capturado y condenado a muerte por los nazis. La película está ambientada en Lyon en 1943 en plena ocupación alemana, el teniente Fontaine, François Leterrier, tras dinamitar un puente es detenido y condenado a muerte en la prisión de Fort Montluc. A partir de ahí le veremos ideando y llevando a cabo de forma muy minuciosa su plan de huida, se ayudará de los elementos que tiene a su alcance en la pequeña celda y de los que le pueden brindar sus compañeros. Bresson plasma de manera metafórica y sensacional la soledad, la dificultad para relacionarse, las ansias de libertas propias del ser humano, el sufrimiento, etc. Vuelve a recurrir en esta cinta al uso de la voz en off como narrador, uso que domina perfectamente el francés. La manera con la que ejecuta la película Bresson sencilla, inteligente, fría, sin adornos ni pretensiones, solamente lo necesario, hace que más que en ninguna película carcelaria, parezca que somos nosotros los que estamos dentro de esa celda deseando escapar. Bresson comienza la historia diciendo que contará una historia real y sin ornamentos, y así es.

Las sensaciones que provoca el director como la claustrofobia o la agonía son conseguidas gracias una vez más al uso perfecto de los sonidos que hace de forma única este genial director y que a su vez crean un tenso suspense llegando al nivel del mismísimo Hitchcock. Es sin duda una de las grandes películas del cine europeo, una de esas películas que recuerdas muchas veces después de verla, de esas que no olvidas, nadie debería perdérsela.

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