domingo, 20 de septiembre de 2009

M, El Vampiro de Dusseldorf 1931 (M)

Esta es para mí sin duda la mejor película de Fritz Lang, y la suya propia, él siempre afirmó que era de la película que más orgulloso se sentía, además una de mis películas favoritas, y considero que debería tener un sitio entre las mejores de la historia. M el vampiro de Dusseldorf es una auténtica obra maestra, un film insuperable, revolucionario, una película insólita. Esta fue la primera película hablada de Lang, y se realizó un año después de que se incorporara el sonido al cine. EEUU no se podían creer que algo así pudiera realizarse, ellos que sólo veían el futuro del cine sonoro en los musicales y las adaptaciones teatrales, en Europa se veía mas allá, y sobre todo Lang, sin desmerecer a Hitchcock, Buñuel, etc… Tal fue la magnitud, que Irving Thalberg genio de la producción en Hollywood criticó a los guionistas y directivos de la MGM por no hacer películas tan innovadoras, emocionantes y profundas como ésta. Una de las primeras películas que trata de un asesino en serie, está inspirada en el caso real de Peter Kürten, que asesinó a varios niños en la ciudad de Dusseldorf y que mantuvo en alerta durante meses a la policía. Pero lo que más gustó a Lang de la historia real y fue lo que le inspiro para la película, fue el hecho de que los bajos fondos de la ciudad se unieran a la desesperada búsqueda del asesino para poder salvar así sus negocios, debido a los intensos controles de la policía. M es el título original, que en principio iba a ser El asesino esta entre nosotros, pero se rechazó por las reacciones de los nazis, al sentirse aludidos. En España la película se tituló, M el vampiro de Dusseldorf, aunque en realidad está ambientada en Berlín.

A los genios muchas veces les gusta reconocer de quien podían sacar inspiración, y en otros casos no les gusta reconocerlo, ese era el caso de Hitchcock que siempre le gustaba decir que uno de sus inspiradores fue Cecil B. DeMille, pero nunca reconoció que uno de sus “maestros” fue Fritz Lang, y así lo demostró en las famosa entrevista que tuvo con Truffaut plasmada en el magnífico libro Hitchcock-Truffaut. El maestro del suspense, dijo ésto ante la pregunta de Truffaut:

Truffaut: “¿Ha visto usted M, el vampiro de Dusseldorf?

Hitchcock: “Si, pero no me acuerdo muy bien, ¿no aparecía un hombre que silbaba?

Truffaut: “¡Si, precisamente Peter Lorre!

Comprensible que Truffaut quedara bastante sorprendido con la respuesta, ya que por ejemplo, el tiroteo final de El hombre que sabía demasiado es casi una copia del final de El Doctor Mabuse de Lang, y también porque Hitchcock hizo venir expresamente a Peter Lorre desde EEUU a Inglaterra para trabajar precisamente en El hombre que sabía demasiado.

Fritz Lang y su guionista Thea Von Harbou establecieron unas premisas que todavía hoy son recurso para otros directores en sus películas de asesinos múltiples, como por ejemplo mostrar la patética vida del criminal a la vez que la frenética búsqueda policial, o como la atención e influencia de la prensa en el caso.

La película se divide en tres partes, en la primera Fritz Lang nos muestra al asesino, un oscuro y sombrío empleado que vive solo en una pensión, y nos muestra también sus actos y consecuencias, asesinatos y violaciones de niños, esto último se insinúa. La segunda parte es la persecución, tanto de la policía, como de los bajos fondos de la ciudad, ladrones y delincuentes, que intervienen en la búsqueda debido a que la policía quiere acabar con todos los delitos de la ciudad con el fin de capturar al temido asesino. Y en la tercera, última y espectacular parte, asistimos a la brutal caza y juicio del culpable.

M, el vampiro de Dusseldorf está plagada de escenas y momentos maravillosos, yo destacaría por ejemplo el debut de Peter Lorre, que no puede estar mejor en su papel de psicópata con sus característicos ojos saltones, sobre todo en su monólogo final en el que esta sublime. También inolvidable la marca de tiza en forma de M con la que señalan la espalda del asesino para no perderle durante una persecución callejera, sin duda imprescindible la melodía de “En la gruta del rey de las montañas” de Edvard Grieg que silba antes de secuestrar a sus victimas, y aprovecho para contar una de las anécdotas mas conocidas de esta película, y es que la melodía que silbaba el protagonista, no era silbada por el actor Peter Lorre si no por el propio Fritz Lang. Y así podría estar horas, destacando momentos inolvidables de esta maravilla del cine que por mucho que haya sido imitada, es inimitable.





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